En los años
recientes, el “Tema Nutrición” ha estado presente tanto en los discursos
electorales como en los programas de trabajo de todos los Gobiernos y Estados
en Latinoamérica; no obstante, si revisamos las acciones concretas y los montos
apropiadamente invertidos en la materia, da la impresión de que, para estos
mismos Gobiernos y Estados, el “Tema “Nutrición” se hace por sí solo, es decir,
no requiere decisión política ni inversión científicamente sustentada. Los
ejemplos relacionados con dinero mal invertido en programas mal diseñados o
dirigidos por personas que poco o nada conocen sobre este tópico son
abundantes. Desde la selección de suplementos con limitada o nula base
científica hasta el empleo de recursos humanos y económicos en actividades que
no generan cambios sostenibles a largo plazo. En función de toda la retórica
alrededor, uno podría pensar que el “Tema Nutrición” tiene un peso específico
muy fuerte tanto para los Gobiernos como para los Estados; lamentablemente,
parece ser que muy pocos conocen a ciencia cierta de qué se trata o como debe
abordarse; de otro modo, hace mucho que los Gobiernos y Estados habrían ubicado
a los verdaderos especialistas en las acciones de prevención y recuperación
como una señal clara de interés y conocimiento exacto de las dimensiones del “Tema
Nutrición”. A continuación, algunos ejemplos de los comentado de cómo el “Tema
Nutrición” no se aborda apropiadamente y de cómo una decisión adecuada puede
generar un impacto social y económico superlativo en el desarrollo de un país.
A NIVEL CLÍNICO
En el ámbito
hospitalario, la escasez de recurso humano, instrumental e insumos es
abrumadora. Según los patrones promovidos por el Comité Internacional para la
Toma de Posición en torno a la Nutrición (CIENUT)(1), el tiempo mínimo
de atención para el primer contacto con el paciente no debería ser menor a 45
minutos, lo cual quiere decir que en una jornada promedio de 6 horas de
trabajo, un profesional de la Nutrición solo podría evaluar alrededor de 13
pacientes; en la realidad, un profesional de la Nutrición tiene a su cargo
entre 100 y 200 pacientes por cada turno de trabajo. Mención aparte deben tener
las actividades relacionadas con la administración y supervisión de las
unidades de producción de regímenes y
fórmulas especializadas. En un Estado con
decisión real de apostar por la Nutrición, un hospital con 100 camas de
internamiento para pacientes adultos debería contar cuando menos con 8
profesionales de la Nutrición bien equipados y con insumos suficientes; el equipamiento
básico debería ir mucho más allá de una balanza común y un tallímetro
difícilmente estandarizado; debería contar con fórmulas especializadas para
brindar tratamiento a pacientes que no pueden ingerir alimentos y, por falta de
insumos, deben recibir comida licuada y administrado a través de una sonda de
excreción y no de alimentación. En pleno siglo XXI, en un momento en el cual el
hombre es capaz de ver lo que sucede dentro del cuerpo humano sin necesidad de
mayores incomodidades para el paciente, es surrealista que la mayoría de las decisiones
en torno a un paciente se tomen en función del peso y no de la composición
corporal.
¿Pero cuál es la consecuencia de un entorno de este
tipo? Una de las
más grandes investigaciones llevadas a cabo en Latinoamérica fue el Estudio de Valoración
Nutricional de Pacientes Hospitalizados (ENHOLA)(2), publicado en 2016 y
llevado a cabo entre enero y septiembre del año 2012. Este trabajo incluyó a 47
hospitales (público y privados), 12 países y 7963 pacientes (Tabla 1). Como
parte de la metodología, se aplicó la encuesta de Valoración Global Subjetiva
(una herramienta de tamizaje, ni siquiera una Evaluación Nutricional, por si
misma) y se encontró que el 34% de los pacientes presentaba desnutrición
moderada y 10.9% desnutrición severa, es decir, al menos 1 por cada dos
pacientes hospitalizados mostraba un estado de Nutrición venido a menos, sin
mencionar que el 38% de las historias clínicas contenían información
relacionada con el tema.
Ahora bien, está
información podría parecer anecdótica tomando en cuenta que es lógico que una
persona sometida al estrés de una enfermedad o de una estancia hospitalaria
pierda peso o se desnutra; no obstante, no tomar medidas para evitar el
desencadenamiento de una desnutrición es una decisión que, por decirlo menos,
es torpe: un enfermo desnutrido tiene una estancia hospitalaria un 50% más
larga y un costo de atención que puede
ser hasta un 60% mayor a aquel que tendría un paciente con un mejor estado
nutricional; estas cifras se deben entre otras cosas a que el enfermo
desnutrido presenta mayor tendencia a infecciones, retraso
en la curación de heridas, mayor dehiscencia de suturas, niveles reducidos de
proteinas plasmáticas, menor motilidad intestinal y debilidad muscular
generalizada.
Tabla 1. Información de los hospitales participantes del
estudio ENHOLA
|
Hospitales
n=47
(%)
|
Pacientes
n=7963
(%)
|
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|
Tipo de hospital
|
|
|
Público
|
36(78)
|
6084 (76)
|
Privado
|
11 (22)
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1879 (24)
|
|
|
|
Capacidad hospitalaria (camas)
|
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|
Hospital pequeño (≤250 camas)
|
20 (43.5)
|
4674 (58.7)
|
Hospital mediano (251-500 camas)
|
18 (38.2)
|
2286 (28.7%
|
Hospital grande (≥501 camas)
|
9 (18.3)
|
1003 (12.6%)
|
|
|
|
Fuente:
Referencia (2)
A NIVEL PÚBLICO
A nivel
poblacional las cosas no son significativamente mejores. Los programas de
Nutrición terminan siendo programas de alimentación que copian modelos
aplicados en otras partes del mundo con características socioeconómicas y sociodemográficas
diferentes a las
latinoamericanas.
Respecto a la desnutrición, hace 10 años se publicaron
los resultados del estudio “El costo del hambre, Impacto
social y económico de la desnutrición infantil en Centroamérica y República
Dominicana”. Uno de los objetivos del trabajo era hacer un cálculo aproximado
de cuánto le costaba a los países seleccionados, que sus niños presenten
desnutrición global. El estudio incluyó a Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua,
Panamá y República Dominicana. Entre los datos resaltantes
se puede mencionar que estos países habían gastado en un lapso de 30 años
aproximadamente 6,659 millones de dólares y no solo eso, si para el años 2015,
estos países hubiesen logrado erradicar la desnutrición global habrían ahorrado
2,271 millones de dólares al haber reducido los gastos en salud, educación a
consecuencia de la desnutrición global y, por ende, mejorado su productividad económica
(3).
Ahora bien, la población acumulada de estos países es aproximadamente
70 millones de personas, un tercio de la población brasilera (207 millones), un
poco más de la mitad de la población mexicana (122 millones) y casi el doble de
la población de Colombina (49 millones), Argentina (43 millones) o Perú (31
millones). El estudio empleó el indicador peso para la edad, el cuál se corrige
dándole alimento a la población. No se utilizó el indicador talla para la edad,
porque los centímetros que un niño pierde a consecuencia del retardo en el
crecimiento nunca más los recuperará. Imagine entonces el siguiente escenario: si
estos 7 países perdieron aproximadamente 8,930 millones de dólares (6659
millones perdidos al momento del estudio más 2271 que perdería en el futuro), a
consecuencia de problemas en el peso para la edad, un indicador que se corrige
solo con alimento y que en la práctica es menor al 5% en promedio; cuánto estaría
perdiendo el continente si se tomara en cuenta el indicador talla para la edad,
que no se recupera con comida y que además, está alrededor del 20% en América
latina? La respuesta abruma.
En relación a la
obesidad, tenemos un nuevo problema entre manos. En
el año 2016 el Instituto Mexicano para la Competitividad publicó un estudio muy
interesante titulado “Kilos de más, pesos de menos, los costos de la obesidad
en México” (4). Según el trabajo, las 3 primeras causas de muerte:
enfermedades del corazón (18%), Diabetes Mellitus tipo 2 (14%) y tumores
malignos (12%) están directa o indirectamente relacionadas con el sobrepeso o
la obesidad. Si a nivel mundial los costos económicos de la obesidad pueden
representar casi un 3% del PBI mundial (más que muchas guerras), para el año
2012 representó para México entre el 73-87% de su gasto programado en salud,
evento solo atribuible a la carga económica de la Diabetes Mellitus 2. No solo
ello, tomando en cuenta el número de horas laborables perdidas a consecuencia
de la Diabetes asociada con el sobrepeso y la obesidad, en el 2014 representó
el 25% de los empleos generados ese año en ese país (tabla 2)
Tabla 2. Tiempo laboral perdida
a causa de la diabetes por sobrepeso y obesidad
Escenario
|
Horas
laborables perdidas al año
|
Equivalencia
en número de trabajadores
|
%
de los empleos generados en 2014
|
Solo
diabetes
|
312,142
|
143,335
|
25%
|
Diabetes
más una complicación
|
402,550
|
184,851
|
32%
|
Diabetes
más de una complicación
|
857,476
|
393,753
|
68%
|
Fuente:
Referencia 4
Otro problema
de Nutrición Pública que afecta a la región es la anemia por deficiencia de
hierro. En Latinoamérica la prevalencia de niños menores de 5 años y mujeres en
edad fértil con anemia por deficiencia de hierro es significativamente alta. La
gravedad de esta condición es tan seria como todo lo descrito hasta el momento
en el presente documento. Por un lado, la deficiencia de hierro suele ir acompañada
de deficiencia de zinc otro micronutriente fundamental para el correcto
funcionamiento cognitivo, inmunológico entre otras funciones; mientras que por
otro, los costos asociados por pérdida cognitiva, pérdida en escolaridad
(repitencia) o productividad reducida a consecuencia de esta patología pueden representar
hasta el 1% del PBI dependiendo del número de casos presentes en cada país.
Como se comentó al
comienzo, el “Tema Nutrición” debe ser más que una frase rimbombante y alegórica
dentro del discurso de los dirigentes de Gobiernos y Estados. El “Tema Nutrición”
es un evento real con matices complejos que demandan un alto nivel de especialización
para su abordaje eficaz, eficiente y oportuno. Mencionarlo reiteradamente no hará
que se solucioné por si solo, requiere de acciones concretas asociadas con
recursos suficientes. Desde el año 2003, con la secuenciación del genoma humano,
las ciencias de la vida incluida la Nutrición cambiaron definitivamente. Los profesionales
de la Nutrición cuentan en la actualidad con las competencias técnicas necesarias
para abordar estos problemas. Durante, décadas los protagonistas de las
decisiones y acciones no hemos sido nosotros y los problemas siguen estando
presentes. Aunque existen muchos casos de éxito en programas nacionales
comandados por profesionales de la Nutrición, es tiempo de generalizar esta
experiencia.
Robinson
Cruz
Director
IIDENUT
Nutricionista
Clínico
Especialista
en Bioquímica Nutricional
Referencias
Bibliográficas
1. IIDENUT/CIENUT. Posición 1. Procedimientos clínicos
para la Evaluación y Diagnóstico Nutricional. 1ª Edición. Lima: Fondo Editorial
IIDENUT SA. 2017. Disponible en: http://www.iidenut.org/comite_internacional/posiciones/paginas/posicion_3.php
2. Valoración Nutricional en pacientes hospitalizados
en América Latina: asociación con variables pronósticas. El estudio ENHOLA. Castillo
J, Gómez A, Velasco N, Díaz Pizarro J, Matos A, Miján de la Torre A. Nutr Hosp. 2016; 33(3):655-662
3. Martinez R, Fernández A. El costo del Hambre: impacto
social y económico de la desnutrición infantil en Centroamérica y República Dominicana.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Programa Mundial de
alimentos. Disponible en: https://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/28923/DP_CostoHambre.pdf
4. Instituto Mexicano de Competitividad. Kilos de más,
pesos de menos: Los costos de la obesidad en México. Disponible en: https://imco.org.mx/banner_es/kilos-de-mas-pesos-de-menos-obesidad-en-mexico/
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