Para
quienes son ajenos al mundo de la Nutrición es probable que la pregunta
propuesta pudiese parecer algo desproporcionada, entre otras cosas porque en el
internet abundan regímenes alimentarios (dietas) para
prácticamente todo, mismas que se pueden
descargar, imprimir y distribuir sin mayor control sobre quiénes van a recibirlas;
o porque la mayor parte de las fórmulas enterales tienen un nombre que induce
hacia un uso primario que aparentemente no requeriría de una formación
académica superlativa (renal es dirigido al riñón, pulmonar va al pulmón); o
porque en los medios de comunicación están llenos de personas y comerciales que
hablan sobre las propiedades inagotables de proteínas, ácidos grasos, vitaminas
o minales y los presentan como soluciones milagrosas para una infinidad de problemas de salud.
Para
el Nutricionista/Nutriólogo que labora en el ámbito clínico, la sola pregunta (la del título) represente parte de
su realidad cotidiana y estamos seguros que es el único capaz de entender a
ciencia cierta la trascendencia y toda la complejidad que rodea su respuesta; y
es lógico, hacer que una cantidad determinada de nutrientes se conviertan en un
herramienta de prevención o tratamiento es una labor extremadamente
especializada que sin embargo, no siempre es valorada de manera apropiada: un
paciente recibe un régimen (dieta) bien estructurado pero a la vista del mundo
se ve tan solo como una buena receta de comida; alguien prescribe una fórmula y
para la mayoría es un tipo de “leche”; y si se hace la indicación de un mineral como el Magnesio, gracias a la televisión, pareciera
que no es algo tan significativo.
Por
lo dicho, a continuación reseñaremos algunas razones que dan respuesta a la
pregunta que ha motivado estas líneas: ¿Por qué planificar un régimen
alimentario, seleccionar la fórmula especializada
más adecuada o indicar el suplemento nutricional
de mayor eficacia son tareas que demandan una preparación académica tan extensa?
Razón 1. Determinar cuánto requiere
una persona demanda de una Evaluación Nutricional detallada. La determinación de las necesidades
Nutricionales de una persona, aparentemente sana o enferma, en diferentes
situaciones clínicas es una labor compleja que como ya hemos reseñado en
entregas previas implica la Evaluación de 9 aspectos diferentes (Signos
Clínicos Nutricionales, Interacción Fármaco Nutriente; Ingesta Alimentaria,
Actividad Física, Crecimiento y Composición Corporal, Bioquímica Nutricional,
Reserva Visceral, Componente Inmunológico y Componente Catabólico) y no solo el Indice de Masa Corporal (IMC), el
peso u otro parámetro antropométrico como erróneamente se suele pensar (Ver
Evaluación Nutricional)
Razón 2. Las necesidades
nutricionales de una persona son únicas. Cada individuo sin importar su edad, género o
situación clínica tiene necesidades nutricionales únicas y exclusivas para su
condición clínica, por ello, modificaciones muy pequeñas pueden ser la
diferencia entre el éxito o el fracaso en su Cuidado o Tratamiento Nutricional.
Por ejemplo (vamos a utilizar pocos datos para no extendernos demasiado en la
explicación), una persona que presenta cirrosis, desnutrición proteico muscular
leve, urea y creatinina normal, bilirrubina directa normal, normoglicemia
podría requerir 1.2 g/kg/d de proteína a base de aminoácidos ramificados, 0.8
g/kg/d de lípidos y 4.2 g/kg/d de
carbohidratos para una relación calorías no proteicas por gramos de nitrógeno
de 120; sin embargo, si a este mismo paciente, se le añadiese hiperglicemia, la
indicación resultante sería diferente 1.2 g/kg/d de proteína, 1.2 g/kg/d de
lípidos y 2.5 g/kg/d de carbohidratos para una relación calorías no proteicas
por gramos de nitrógeno de 110.
Razón 3. Una cantidad determinada de
nutrientes genera una cantidad totalmente diferente de alimento o fórmula. Supongamos que tenemos un paciente
con Diabetes Mellitus tipo 2 en recuperación de una quemadura y queremos suministrarle 78 g de proteína, 78
g de lípidos y 375 g de carbohidratos. Quién sabe poco de Nutrición
probablemente recurra a cuanta tabla de Composición de Alimentos existe y empiece
a efectuar operaciones sencillas para cuadrar el aporte requerido; hasta este
punto, no hay diferencia con una Nutricionista/Nutriólogo, sin embargo, esta persona
no estaría tomando en cuenta por ejemplo, que 100 g de arroz crudo (como se
presenta en la tablas) puede convertirse en 200, 300 o 400 g de arroz cocido; o
que las carnes no solo proporcionan proteína, sino también grasa y que no
siempre esa grasa es visible; o que solo el 50% de la proteína de ese arroz
será absorbida (PDCAAS); o que hay alimentos cuya digestibilidad es mayor que
otros por tanto deberían ser preferidos; o que hay alimentos cuyo índice o
carga glicémica podrían incrementar el riesgo de hiperglicemia; o que hay
combinaciones de alimentos que podrían afectar la biodisponibilidad de algunos
nutrientes; o que simplemente el paciente tiene muy pocas ganas de comer. Peor
todavía, si pretendiese emplear una fórmula especializada porque allí tendría
que calcular la cantidad de polvo necesario para alcanzar la dilución estándar;
como no existen fórmulas hiperproteicas valorar la posibilidad de combinar
fórmulas, con lo cual se incrementan los riesgos de coagulación u otras
interacciones físicas; preveer la osmolaridad final del preparado o la fórmula
individual en caso deba ser administrada por una sonda, determinar la velocidad
de infusión o el número de tomas que debe hacer el paciente para no generar intolerancia alguna, entre otras
cosas.
Razón 4. Indicar una vitamina, un
mineral o cualquier producto nutricional requiere de un estudio previo sobre
interacciones Nutrio-cinéticas.
Los nutrientes en general y especialmente los micronutrientes (vitaminas y
minerales) son moléculas bioquímicamente activas que pueden interactuar entre
ellas y con cualquier otro elemento presente en la luz intestinal al momento de
la absorción. Existe información abundante sobre el efecto negativo que tiene
el Calcio sobre la absorción del hierro, incluso si este fuera de tipo Hem; del
efecto del consumo de concentraciones altas de vitamina C (> 500mg) sobre la
absorción de Vitamina B12; del impacto del consumo de Magnesio sobre la
absorción de Calcio y de decenas de otras interacciones que hacen que la
indicación de una vitamina o mineral sea una acción que demande mucho
conocimiento si se pretende que la indicación sea efectiva. Indicar un
nutriente sin tomar en cuenta todas estas interacciones es lo mismo que no
indicarlo porque el resultado final será poco beneficioso y lo que es peor, en algunos casos incluso
negativo.
Ahora bien, volviendo a la pregunta inicial ¿Por
qué planificar un régimen alimentario, seleccionar la fórmula especializada más
adecuada o indicar el suplemento nutricional de mayor eficacia son tareas que
demandan una preparación académica tan extensa? Porque el conocimiento involucrado abarca áreas
inmensamente diversas y extensas a la vez: bioquímica del alimento, bioquímica
del nutriente, Bioquímica del individuo, fisiología, fisiopatología, Requerimientos
Nutricionales, por citar algunos, y por cierto, también técnica culinaria
porque un huevo, un trozo de pan y una fresa pueden convertirse en docenas de
combinaciones para tratar diversas condiciones. Por lo dicho, la labor y
conocimiento del Nutricionista/Nutriólogo no es importante por saber que el
hierro sirve para tratar la anemia o que las proteinas forman músculo; que el
DHA sirve para el cerebro o que el ácido fólico es útil 6 meses antes del
embarazo, eso lo saben todos los Profesionales
de la Salud y de hecho TODOS deberían saberlo
porque así ayudamos a la población; La
labor del Nutricionista/Nutriólogo es INDIPENSABLES porque conoce en detalle cómo
actúan esos nutrientes, cómo pueden ser administrados sin que uno de ellos se
convierta en el “enemigo” del otro y sobre todo porque ese conocimiento lo convierte
en un Profesional de la Salud Especializado capaz de prevenir millones de
situaciones clínicas negativas y en los casos que el fármaco y la cirugía ya no
pueden hacer más, arrancar a las personas de la muerte.
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
En IIDENUT rechazamos rotundamente aquellas prácticas asociadas con el uso inapropiado de la información con fines comerciales. Nuestros estándares éticos nos impiden aceptar, difundir o parcializarnos subjetivamente con producto o práctica alguna que vaya en contra o distorsione la labor científica del nutricionista.
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