¿Qué es el factor
de lesión?
El
factor de lesión o de injuria representa la cantidad de energía adicional que
una persona necesita, para que su cuerpo pueda reparar un tejido dañado,
repletar un tejido depletado o sostener
la actividad extraordinaria de un órgano. Sabemos de esta demanda adicional gracias
a estudios de calorimetría indirecta, mismos, que han permitido cuantificar con
precisión cuanto se crece, por encima de lo normal, el requerimiento de un
individuo que enfrenta alguna de las condiciones citadas líneas arriba.
Si
el uso de la calorimetría indirecta fuera un procedimiento de aplicación regular
en el ejercicio clínico de la Nutrición, la idea de un factor de lesión no
pasaría de ser un concepto interesante digno de recordar y nada más; el calorímetro
indirecto nos diría cuál es el gasto real de la persona sin necesidad de hacer
cálculo alguno.
Frente
al uso restringido de un procedimiento de medición (calorimetría), hemos tenido
que apelar a procedimientos de aproximación (ecuaciones) que buscan replicar lo
mejor posible lo que sucede en la realidad. El uso de ecuaciones de regresión
para determinar el requerimiento de energía de un individuo enfermo está
ampliamente difundido; sin embargo, ecuaciones como las de Harris Benedict,
Curreri o Mifflin pueden tener márgenes de error que pueden alcanzar hasta un
25%, lo cual, sumado a una asignación equivocada del factor de lesión podría
generar serios problemas para la recuperación del paciente.
¿Cómo se aplica el
factor de lesión?
En
el año 1979, Long propuso una ecuación sencilla para determinar el
requerimiento energético de una persona enferma (tabla 1) (1). Según esta ecuación, el gasto energético de un individuo era el
resultado del producto de 4 elementos: la tasa metabólica de reposo (TMR)
calculada básicamente empleando la fórmula de Harris Benedict; el factor de
actividad; el factor de temperatura; y, el factor de lesión. Cada uno de estos
factores representaba la energía adicional que requeriría el cuerpo para
movilizarse (factor de actividad), reponer la energía perdida a través de la fiebre
(factor de temperatura); o reparar o repletar un tejido (factor de lesión). Cada
uno de estos factores podía adquirir, entonces, valores diferentes; por
ejemplo, se sabe que un grado de temperatura puede incrementar el gasto
energético en un 13%, por lo cual, el factor de temperatura correspondiente para
una persona que presenta 38°C sería de 1.13 (2).
Tabla 1. Ecuación de Long
para calcular el requerimiento energético en un enfermo
Requerimiento
energético = TMR x FA x FT x FT
|
¿Qué valores puede
adquirir el Factor de Lesión?
La
escala del factor de lesión es amplia (tabla 2). No solo ello, una misma
enfermedad puede tener rangos igualmente amplios de factor de lesión. Por ejemplo, en la cirrosis hepática la
demanda de energía extra del enfermo puede variar entre 10 y 40%, lo que
llevado a factor de lesión representa de 1.1 a 1.4 (3); esta energía, no es destinada para estimular la reparación del
tejido muerto, sino porque el tejido remanente incrementa su actividad para
compensar el segmento hepático no funcionante.
Tabla 2.
Algunos
valores seleccionados
para el
factor de lesión
Lesión
|
Factor
|
Sin complicación
|
1.0
|
Post oper. Cáncer
|
1.1
|
Fractura
|
1.2
|
Sepsis
|
1.3
|
Peritonitis
|
1.4
|
Rehabilitación
multitrauma
|
1.5
|
Multitrauma +
sepsis
|
1.6
|
Quemadura 30-50%
|
1.7
|
Quemadura 50-70%
|
1.8
|
Quemadura 70-90%
|
2.0
|
Fuente:
Referencia 1
¿Todas las
patologías demandan el uso de factor de lesión?
En
realidad no. Existen patologías donde no es necesario repara un tejido, ni
repletarlo ni compensar actividades extraordinarias. La Diabetes Mellitus (DM),
sin complicaciones, es un ejemplo típico. A pesar de que la DM es una
enfermedad crónica, no se ha descubierto hasta el momento la posibilidad de
reparar el páncreas insuficiente, por el contrario, estos pacientes suelen presentar obesidad,
misma que demandaría restricciones en el aporte de energía en lugar de
incrementos.
¿Qué debería tomar
en cuenta para seleccionar de manera adecuada el factor de Lesión?
Además
de estudiar profundamente las características clínicas y bioquímicas de la
patología que estamos evaluando, el Nutricionista/Nutriólogo (dependiendo de la
denominación del país), debería
reflexionar sobre los siguientes 3 aspectos, antes de tomar una decisión
sobre cuál es el factor de lesión más apropiado:
i)
¿Cuál es el área de tejido afectada?
Mientras
mayor sea el área afectada mayor será el factor de lesión a utilizar.
ii)
¿El tejido afectado es metabólicamente activo?
Órganos
como el hígado o los riñones suelen tener factores de lesión bastante alto
debido a su participación destacada en procesos de depuración, síntesis,
catabolismo o transporte activo entre otras actividades.
iii)
¿la persona presenta una reducción significativa de peso?
La
repleción nutricional requiere cantidades adicionales significativamente altas
de energía, por lo cual, mientras menor sea el peso de la persona es probable
que debamos emplear un factor de lesión más alto.
¿Qué problemas se
puede presentar si se asigna un factor de lesión inadecuado?
Los
problemas se encuentran en los extremos: asignar un factor de lesión
insuficiente o demasiado alto. La asignación insuficiente de energía puede
retardar la recuperación del paciente pero no necesariamente complicarlo. La asignación
excesiva de energía, no solo puede complicar la condición clínica del enfermo
sino además llevarlo a la muerte. Bajo ciertas condiciones, el factor de lesión
puede llevar el cálculo de energía a valores significativamente altos, no
obstante, el Nutricionista/Nutriólogo (dependiendo de la denominación del país)
debe tener criterio para administrarlas paulatinamente, sobre todo en paciente
que afronta un estado de estrés metabólico; que el cálculo haya arrojado 3000
kcal, no significa que eso sea lo que se le administrará al paciente de un día
para otro, porque podría ser mortal.
Finalmente,
el lector podría decidir utilizar un método más simplificado y menos preciso:
suministrar Kcal por kg de peso por día;
sin embargo, la eficacia de su tratamiento probablemente sea mucho menor.
Seamos claros, un enfermo que recibe Nutrición, aún si está mal planificada,
puede sobrevivir; con dificultades, con mala calidad de vida, con
complicaciones frecuentes, con una convalecencia de semanas, pero finalmente
sobrevivir. Un profesional especializado, que provee una Nutrición bien
estructura, planificada y con base científica y bioquímica, puede recuperar a
ese mismo paciente en cuestión de unos pocos días.
Robinson
Cruz
Director
IIDENUT
Nutricionista
Clínico
Especialista
en Bioquímica Nutricional
DECLARACIÓN
DE PRINCIPIOS
En
IIDENUT rechazamos rotundamente aquellas prácticas asociadas con el uso
inapropiado de la información con fines comerciales. Nuestros estándares éticos
nos impiden aceptar, difundir o parcializarnos subjetivamente con producto o
práctica alguna que vaya en contra o distorsione la labor científica del
nutricionista
Referencias
Bibliográficas
1. Cruz R, Herrera T.
Procedimientos Clínicos para la Atención Nutricional en Hospitalización y en
Consulta. 1ª edición. Lima: IIDENUT SA. 2013
2. Johnson R. Energía.
En: Mahan L, Scott-Stump S. Nutrición y Dietoterapia de Krausse. 10ª Edición.
Mexico: McGraw Hill. 2001.
3. Aceves-Martins
Magaly. Cuidado nutricional de pacientes con cirrosis hepática. Nutr.
Hosp. [revista en la Internet]. 2014 Feb [citado 2016
Ene 19] ; 29(2): 246-258. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112014000200003&lng=es.
http://dx.doi.org/10.3305/nh.2014.29.2.7024.
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