lunes, 25 de enero de 2016

Uso clínico apropiado del Factor de Lesión

¿Qué es el factor de lesión?
El factor de lesión o de injuria representa la cantidad de energía adicional que una persona necesita, para que su cuerpo pueda reparar un tejido dañado, repletar un tejido depletado o  sostener la actividad extraordinaria de un órgano. Sabemos de esta demanda adicional gracias a estudios de calorimetría indirecta, mismos, que han permitido cuantificar con precisión cuanto se crece, por encima de lo normal, el requerimiento de un individuo que enfrenta alguna de las condiciones citadas líneas arriba.

Si el uso de la calorimetría indirecta fuera un procedimiento de aplicación regular en el ejercicio clínico de la Nutrición, la idea de un factor de lesión no pasaría de ser un concepto interesante digno de recordar y nada más; el calorímetro indirecto nos diría cuál es el gasto real de la persona sin necesidad de hacer cálculo alguno.


Frente al uso restringido de un procedimiento de medición (calorimetría), hemos tenido que apelar a procedimientos de aproximación (ecuaciones) que buscan replicar lo mejor posible lo que sucede en la realidad. El uso de ecuaciones de regresión para determinar el requerimiento de energía de un individuo enfermo está ampliamente difundido; sin embargo, ecuaciones como las de Harris Benedict, Curreri o Mifflin pueden tener márgenes de error que pueden alcanzar hasta un 25%, lo cual, sumado a una asignación equivocada del factor de lesión podría generar serios problemas para la recuperación del paciente.


¿Cómo se aplica el factor de lesión?
En el año 1979, Long propuso una ecuación sencilla para determinar el requerimiento energético de una persona enferma (tabla 1) (1). Según esta ecuación, el gasto energético de un individuo era el resultado del producto de 4 elementos: la tasa metabólica de reposo (TMR) calculada básicamente empleando la fórmula de Harris Benedict; el factor de actividad; el factor de temperatura; y, el factor de lesión. Cada uno de estos factores representaba la energía adicional que requeriría el cuerpo para movilizarse (factor de actividad), reponer la energía perdida a través de la fiebre (factor de temperatura); o reparar o repletar un tejido (factor de lesión). Cada uno de estos factores podía adquirir, entonces, valores diferentes; por ejemplo, se sabe que un grado de temperatura puede incrementar el gasto energético en un 13%, por lo cual, el factor de temperatura correspondiente para una persona que presenta 38°C sería de 1.13 (2).

Tabla 1. Ecuación de Long para calcular el requerimiento energético en un enfermo

Requerimiento energético = TMR x FA x FT x FT



¿Qué valores puede adquirir el Factor de Lesión?
La escala del factor de lesión es amplia (tabla 2). No solo ello, una misma enfermedad puede tener rangos igualmente amplios de factor de lesión.  Por ejemplo, en la cirrosis hepática la demanda de energía extra del enfermo puede variar entre 10 y 40%, lo que llevado a factor de lesión representa de 1.1 a 1.4 (3); esta energía, no es destinada para estimular la reparación del tejido muerto, sino porque el tejido remanente incrementa su actividad para compensar el segmento hepático no funcionante.




Tabla 2.  Algunos valores seleccionados
para el factor de lesión

Lesión
Factor
Sin complicación
1.0
Post oper. Cáncer
1.1
Fractura
1.2
Sepsis
1.3
Peritonitis
1.4
Rehabilitación multitrauma
1.5
Multitrauma + sepsis
1.6
Quemadura 30-50%
1.7
Quemadura 50-70%
1.8
Quemadura 70-90%
2.0
Fuente: Referencia 1


¿Todas las patologías demandan el uso de factor de lesión?
En realidad no. Existen patologías donde no es necesario repara un tejido, ni repletarlo ni compensar actividades extraordinarias. La Diabetes Mellitus (DM), sin complicaciones, es un ejemplo típico. A pesar de que la DM es una enfermedad crónica, no se ha descubierto hasta el momento la posibilidad de reparar el páncreas insuficiente, por el contrario,  estos pacientes suelen presentar obesidad, misma que demandaría restricciones en el aporte de energía en lugar de incrementos.


¿Qué debería tomar en cuenta para seleccionar de manera adecuada el factor de Lesión?
Además de estudiar profundamente las características clínicas y bioquímicas de la patología que estamos evaluando, el Nutricionista/Nutriólogo (dependiendo de la denominación del país), debería  reflexionar sobre los siguientes 3 aspectos, antes de tomar una decisión sobre cuál es el factor de lesión más apropiado:


i) ¿Cuál es el área de tejido afectada?
Mientras mayor sea el área afectada mayor será el factor de lesión a utilizar.

ii) ¿El tejido afectado es metabólicamente activo?
Órganos como el hígado o los riñones suelen tener factores de lesión bastante alto debido a su participación destacada en procesos de depuración, síntesis, catabolismo o transporte activo entre otras actividades.

iii) ¿la persona presenta una reducción significativa de peso?
La repleción nutricional requiere cantidades adicionales significativamente altas de energía, por lo cual, mientras menor sea el peso de la persona es probable que debamos emplear un factor de lesión más alto.


¿Qué problemas se puede presentar si se asigna un factor de lesión inadecuado?
Los problemas se encuentran en los extremos: asignar un factor de lesión insuficiente o demasiado alto. La asignación insuficiente de energía puede retardar la recuperación del paciente pero no necesariamente complicarlo. La asignación excesiva de energía, no solo puede complicar la condición clínica del enfermo sino además llevarlo a la muerte. Bajo ciertas condiciones, el factor de lesión puede llevar el cálculo de energía a valores significativamente altos, no obstante, el Nutricionista/Nutriólogo (dependiendo de la denominación del país) debe tener criterio para administrarlas paulatinamente, sobre todo en paciente que afronta un estado de estrés metabólico; que el cálculo haya arrojado 3000 kcal, no significa que eso sea lo que se le administrará al paciente de un día para otro, porque podría ser mortal.


Finalmente, el lector podría decidir utilizar un método más simplificado y menos preciso: suministrar  Kcal por kg de peso por día; sin embargo, la eficacia de su tratamiento probablemente sea mucho menor. Seamos claros, un enfermo que recibe Nutrición, aún si está mal planificada, puede sobrevivir; con dificultades, con mala calidad de vida, con complicaciones frecuentes, con una convalecencia de semanas, pero finalmente sobrevivir. Un profesional especializado, que provee una Nutrición bien estructura, planificada y con base científica y bioquímica, puede recuperar a ese mismo paciente en cuestión de unos pocos días.



Robinson Cruz
Director IIDENUT
Nutricionista Clínico
Especialista en Bioquímica Nutricional


DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

En IIDENUT rechazamos rotundamente aquellas prácticas asociadas con el uso inapropiado de la información con fines comerciales. Nuestros estándares éticos nos impiden aceptar, difundir o parcializarnos subjetivamente con producto o práctica alguna que vaya en contra o distorsione la labor científica del nutricionista







Referencias Bibliográficas
1.     Cruz R, Herrera T. Procedimientos Clínicos para la Atención Nutricional en Hospitalización y en Consulta. 1ª edición. Lima: IIDENUT SA. 2013
2.     Johnson R. Energía. En: Mahan L, Scott-Stump S. Nutrición y Dietoterapia de Krausse. 10ª Edición. Mexico: McGraw Hill. 2001.
3.     Aceves-Martins Magaly. Cuidado nutricional de pacientes con cirrosis hepática. Nutr. Hosp.  [revista en la Internet]. 2014  Feb [citado  2016  Ene  19] ;  29(2): 246-258. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112014000200003&lng=es.  http://dx.doi.org/10.3305/nh.2014.29.2.7024.




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