EDITORIAL PUBLICADA EN REVISTA RENUT EN NOVIEMBRE DEL 2010
La actualización es una actividad inherente al ejercicio cotidiano de cualquier carrera profesional; en salud más que en cualquier otra área del saber esto es vital. No obstante, y a pesar de su importancia la capacitación y por ende la actualización de conocimientos es algo que recién está adquiriendo la relevancia que le corresponde; a continuación algunas ideas.
1. La preocupación por el desarrollo de los recursos humanos en salud, no es una iniciativa nueva; desde mediados de los años 70 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) impulsó una serie de mecanismos de cooperación técnica que buscaban mejorar la preparación del personal que laboraba en los servicios de salud debido a la rápida obsolescencia de los conocimientos y habilidades que obtenían en sus respectivas escuelas y facultades durante su etapa de formación. Sobre este aspecto, las reformas de salud que comenzaron a principios de los años noventa (se pasó de modelos de atención centralizados a modelos descentralizados), en prácticamente toda Latinoamérica, representaron básicamente dos cosas: i) una oportunidad insuperable para mejorar las capacidades existentes puesto siendo necesario capacitar en los nuevos procedimientos, se podría aprovechar para mejorar o fortalecer capacidades básicas; y ii) un reto de dimensiones descomunales puesto que la capacitación ya no se haría a un grupo reducido de profesionales centralizados, sino que el conocimiento debería llegar a prácticamente toda la masa crítica descentralizada (1).
Lamentablemente, estos procesos de reforma trajeron consigo, además, del cambio en el sistema de salud, nuevos sistemas de contratación de personal y reducción de sueldos. El número de horas de trabajo se incrementó y las compensaciones para el trabajador fueron desapareciendo paulatinamente. Los sistemas de contratación de personal se volvieron desordenados y dado que prácticamente nada garantizaba la permanencia en el trabajo, el tiempo y el dinero que se podría haber invertido en capacitación fue sustancialmente menor. Más adelante esta situación fue cambiando lentamente.
2. Las universidades públicas y privadas en el Perú son autónomas en todo aspecto; cada una aprueba su propio estatuto y se gobierna de acuerdo a él. Ninguna institución pública tiene competencias para diseñar políticas y orientar la gestión de las universidades financiadas por el estado. La Asamblea Nacional de Rectores (ANR) es una instancia de coordinación entre universidades. Según información de la misma, en el Perú existen 127 universidades registradas, de las cuales, 50 son públicas, 1 es municipal y 76 son universidades privadas (de estas últimas, 51 se encuentran en proceso de institucionalización, es decir, todavía no han sido plenamente acreditadas). Además de enfatizar que más del 50% de las universidades privadas, todavía están en proceso de acreditación, es necesario subrayar que un lapso de 10 años entre el 2001-2011 se han creado más universidades (56 en total) que los 30 años transcurridos entre 1970 y el año 2000 (41 en total) (2).
Lo que para algunos podría representar una estadística envidiable en razón del número de universidades disponibles en el Perú es, en la práctica, todo lo contrario. Las universidades públicas son autónomas pero débiles, mientras que la expansión de las universidades privadas ha incrementado el número pero no la calidad de los profesionales egresados. Se han hecho innumerables intentos por mejorar las currículas universitarias adecuándolas al dinamismo con el que crece el conocimiento sin embargo, la mayoría de docentes siguen manteniendo los mismos paradigmas sobre los cuales fueron formados hace más de 25 años. Las universidades difieren considerablemente en prácticamente cualquier aspecto en las que se les busqué evaluar: calidad académica, tamaño, perfil del egresado o infraestructural, entre otros. Esta situación redunda es un hecho particularmente grave, la profunda brecha que existe entre la cantidad y la calidad de los egresados que las universidades lanzan al mercado, sin importar por supuesto la carrera profesional de la que se hable.
3. La universidad peruana ofrece en conjunto más de medio millar de maestrías y más de un centenar de doctorados (figura 1) (2) que involucran a casi todas las carreras profesionales ofrecidas en el territorio nacional. El boom educativo empezó a finales de los años noventa, cuando ya había trascurrido casi una década desde el inicio de la reforma en salud. El caos inicial dio paso a un proceso lento de incremento de la demanda por cursos de posgrado, lo cual ejerció también una fuerte presión positiva para el incremento en la oferta de los mismos. Sin embargo, a pesar del importante crecimiento tanto en la oferta como en la demanda de estas especialidades, todavía existe un número sustancialmente elevado de profesionales de la salud que no acceden a estas actividades. Entre las razones podemos citar: principalmente de índole económico, poco apoyo de las instituciones en cuanto a facilidad en horario y permisos para inasistencias; falta de reconocimiento al momento de la selección del personal para puestos de dirección donde debería escogerse a aquellos con mayor capacitación o ausencia de una línea de carrear donde la remuneración sea acorde con el mérito académico del profesional.
4. La investigación científica ha dado pasos sustanciales en los últimos 20 años. La culminación de la secuenciación del genoma humano ha abierto infinitas vías para entender el comportamiento del ser humano. No solo eso, el desarrollo de la física, la bioquímica, la biología, la química orgánica y otras ciencias han dado un impulso supersónico al el desarrollo de instrumental y técnicas que permitan un abordaje más preciso de las enfermedades y su tratamiento; paulatinamente, la subjetividad ha ido cediendo terreno a la objetividad en la toma de decisiones. Sin embargo, la expansión de las universidades ha sido acompañada por la declinación de la calidad docente y de la investigación: la producción científica peruana o la inversión en ciencia y tecnología docente son las más bajas del continente; sumando a esto, por muchos años no se ha exigido presentación de tesis para la obtención del título profesional en pre-grado lo cual probablemente haya ido en contra de nosotros mismos.
Iniciamos esta editorial enfatizando la importancia de la actualización en el ejercicio laboral de cualquier profesional y sobre todo en el área de la salud, no obstante, es como si todo el sistema peruano se opusiera a la misma, restringiéndola al menos en la parte pública a la convicción ética del trabajador. En el sector privado, las cosas parecen ser algo diferentes, pero no sustancialmente diferentes.
La actualización es fundamental sin importa la edad en que se pretenda hacerlo. Dada la crisis de nuestro sistema de educación superior, la necesidad de actualizarnos es todavía más relevante. El conocimiento cambia y las formas de entender el mundo también. En este preciso momento y frente a la pantalla del ordenador, el procesador de texto despliega tal cantidad de funciones que hace que consideremos al wordstar de hace 25 años como una reliquia de museo. ¿lo han pensado? Si para escribir en una hoja de papel en blanco, contamos ahora con tantas ayudas tecnológicas, qué creen que podemos encontrar en actividades tan complejas como las asociadas con el cuidado y recuperación de la salud, a quienes nos formaron hace más de 20 años se nos repetía en clase, “si no te actualizas después de acabada la universidad, en 5 años será como ni no hubieses estudiado”; hoy en día, es probable que ese tiempo, sea mucho más corto.
Robinson Cruz Gallo
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Director Renut
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Referencias bibliográficas
1. Davini M, Nervi L, Roschke M. La capacitación del Personal de los Servicios de Salud en Proyectos Relacionados con los Procesos de Reforma Sectorial. Organización Panamericana de la Salud. Organización Mundial de la Salud. 2002.
2. Asamblea Nacional de Rectores. Dirección de Estadística Universistaria. Tips sobre Universidad Peruana. 2010. Visto en: http://www.anr.edu.pe/portal/index.php
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