EDITORIAL PUBLICADA EN REVISTA RENUT FEBRERO DEL 2010
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y para muchos colegas, esta frase podría parecerse más a un dogma que a una simple metáfora. Durante años, hemos contemplado con muy poca capacidad de reacción como íbamos cediendo un espacio que, con justicia o no, teníamos plenamente ganado para nuestro ejercicio profesional.
La presente podría ser la editorial de los sitios vacíos porque abundan los ejemplos para graficar cómo desde hace muchos años se rompió la relación que debe existir entre número de profesionales de la Nutrición trabajando en una institución y la demanda de servicios de la misma, en otras palabras, el número de actividades que un Nutricionista debe realizar creció y está creciendo de un modo sustancial mientras que el número de Nutricionistas empleados para desarrollar esas nuevas actividades creció muy poco o sencillamente no creció.
El vértigo que la investigación científica le está imprimiendo al desarrollo del conocimiento en todas las áreas que uno pueda imaginar y la falta de adecuación a las mismas, son dos de las principales razones por las cuales no hemos sabido aprovechar las oportunidades que día a día se van presentando y lo que es peor, como otros profesionales si saben aprovecharlas por una u otra razón, nos hemos enfrascado en un espiral de críticas, lamentos y resentimientos que en lugar de impulsarnos hacia delante, para lo único que han servido es para encontrar excusas mediocres que sirvan de explicación para nuestra situación.
Que los Nutricionistas estamos bien posicionados en el terreno laboral y en la sociedad misma es una realidad que difícilmente se puede creer y se escucha más como sueño frustrado o leyenda urbana, pero para nada acorde con el quehacer cotidiano; que estamos mejorando y que cada día se va ganando cierto espacio con una velocidad desesperante es una afirmación mucho más congruente con lo que hacemos hoy en día. Que todos los Nutricionistas tenemos las capacidades necesarias para aprovechar al máximo el potencial de desarrollo que ofrece cualquier área laboral tanto pública como privada, es otro ejemplo de ceguera auto motivada; que hemos empezado a preocuparnos por desarrollar aquellas capacidades que harán nuestro ejercicio mucho más profesional es algo más fácil de asimilar, puesto que si esas capacidades estuvieran presentes en todos, seguramente no habría razón para escribir el presente editorial.
¿Cuántos de nosotros, en algún momento de nuestra vida profesional, no hemos sentido rabia y frustración por ver que aquello que por orden natural nos correspondía era traslado a otro profesional? ¿Cuántos de nosotros, en algún momento de nuestra vida profesional, no hemos hecho un comentario exaltado por situaciones que al afectarnos las considerábamos como injustas y sin fundamento mínimo? ¿Cuántos de nosotros, en algún momento de nuestra vida profesional, no hemos considerado la posibilidad de estudiar otra carrera porque las posibilidades de crecimiento tanto personal como económico eran muy pocas dentro de la carrera de Nutrición? ¿Cuántos de los que están leyendo esta editorial no se ha preguntado con que derecho alguien puede escribir todo esto? Es muy probable que la respuesta más frecuente sea “casi todos”, lo cual es razonable y comprensible; no obstante, es realmente decepcionante que frente a la pregunta “¿cuántos de nosotros, en algún momento de nuestra vida profesional, hemos hecho algo para mejorar la posición de nuestra carrera en general?” La respuesta frecuente sea “casi nadie”.
Hemos escogido la primera revista del presente año para impulsar una propuesta concreta de reforma en base a lo que consideramos podría ser la mejor expresión profesional de un Nutricionista que ve con expectativa el inicio de un nuevo siglo. Como ya se ha comentado, la evolución del conocimiento humano ha generado una brecha entre lo que hacemos y lo que debemos hacer que es necesario acortar lo antes posible. Lamentablemente, “lo antes posible” es probablemente lo menos posible y objetivo de todo lo escrito hasta el momento, puesto que esta reforma no generará cambios de un día para el otro, por el contrario involucrará un trabajo constante para los próximos 10 años, que bien hechos podrían servirnos tan solo para adecuarnos a la realidad que vive el mundo de hoy; sería el “shock” necesario para salir aislamiento y el letargo en el cual nos hemos enfrascado en casi 35 años de vida de una carrera de Nutrición nacida en los claustros universitarios. De allí para adelante, tendríamos que evaluar los resultados de esta primera gran reforma, la primera desde que la carrera de Nutrición apareció en el Perú y la necesaria para darnos el impulso vital para explotar todo el potencial con el que cuenta nuestra profesión.
A pesar de que todo lo dicho se parece más a un relato melancólico y pesimista, todavía hay abierta una inmensa posibilidad de mejorar como conjunto y no como muestras aisladas que no han logrado crear una propuesta articulada y bien sustentada de reforma hacia el futuro. Es imposible que el éxito de unos pocos pueda servir de motor para el éxito de todos; en el mejor de los casos, el éxito de unos pocos puede servir de palanca para impulsar el carro del cambio de actitud. El éxito es contagioso y gusta y es tiempo que cerremos filas frente a un objetivo común asociado con una reforma real y objetiva.
Para bien o para mal, tenemos más trabajo que cualquier otro profesional de la salud. La idea de que comer es tan solo comer, ha hecho que muy pocos le den a la Nutrición la importancia que realmente tiene; en la medida que podamos posicionar la idea de que “comer” es solo uno de los tantos componentes de la Nutrición habremos logrado definir y delimitar un lugar entre todas las áreas de la salud del que muy pocos podrían desplazarnos y tomando en cuenta la importancia que ha adquirido la información relacionada con la Nutrición nuestro éxito estaría más que asegurado.
Finalmente, en la vida toda tarea tiene algo de intuición y otro tanto de razón. Hay que quienes actúan por instinto y otros que no pueden actuar sin razonar. Si pensamos en todos los factores que podrían hacer que este anhelo de ser mejores se caiga, no habrá mucho que hacer; pero si creemos y apostamos, dejando un poquito de lado la razón (aquella que se fija solo en los problemas) quizás y solo quizás tengamos algo de éxito. Prefiero pensar que todo es posible, que los problemas son como palancas que me ayudan a entender mejor las cosas, que la única manera de saber si algo funcionará es haciéndolo, que tengo mis sueños esperando al otro lado del camino. A la nutrición le debo el haberme dado dos razones de vida y eso no es poco y les aseguro que si más colegas pensarán igual, hace tiempo habríamos llegado más lejos.
Robinson Cruz Gallo
Director Renut
Director Renut
No hay comentarios:
Publicar un comentario