viernes, 29 de junio de 2018

NUTRICIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO


En los años recientes, el “Tema Nutrición” ha estado presente tanto en los discursos electorales como en los programas de trabajo de todos los Gobiernos y Estados en Latinoamérica; no obstante, si revisamos las acciones concretas y los montos apropiadamente invertidos en la materia, da la impresión de que, para estos mismos Gobiernos y Estados, el “Tema “Nutrición” se hace por sí solo, es decir, no requiere decisión política ni inversión científicamente sustentada. Los ejemplos relacionados con dinero mal invertido en programas mal diseñados o dirigidos por personas que poco o nada conocen sobre este tópico son abundantes. Desde la selección de suplementos con limitada o nula base científica hasta el empleo de recursos humanos y económicos en actividades que no generan cambios sostenibles a largo plazo. En función de toda la retórica alrededor, uno podría pensar que el “Tema Nutrición” tiene un peso específico muy fuerte tanto para los Gobiernos como para los Estados; lamentablemente, parece ser que muy pocos conocen a ciencia cierta de qué se trata o como debe abordarse; de otro modo, hace mucho que los Gobiernos y Estados habrían ubicado a los verdaderos especialistas en las acciones de prevención y recuperación como una señal clara de interés y conocimiento exacto de las dimensiones del “Tema Nutrición”. A continuación, algunos ejemplos de los comentado de cómo el “Tema Nutrición” no se aborda apropiadamente y de cómo una decisión adecuada puede generar un impacto social y económico superlativo en el desarrollo de un país.



A NIVEL CLÍNICO

En el ámbito hospitalario, la escasez de recurso humano, instrumental e insumos es abrumadora. Según los patrones promovidos por el Comité Internacional para la Toma de Posición en torno a la Nutrición (CIENUT)(1), el tiempo mínimo de atención para el primer contacto con el paciente no debería ser menor a 45 minutos, lo cual quiere decir que en una jornada promedio de 6 horas de trabajo, un profesional de la Nutrición solo podría evaluar alrededor de 13 pacientes; en la realidad, un profesional de la Nutrición tiene a su cargo entre 100 y 200 pacientes por cada turno de trabajo. Mención aparte deben tener las actividades relacionadas con la administración y supervisión de las unidades de producción de regímenes y
fórmulas especializadas. En un Estado con decisión real de apostar por la Nutrición, un hospital con 100 camas de internamiento para pacientes adultos debería contar cuando menos con 8 profesionales de la Nutrición bien equipados y con insumos suficientes; el equipamiento básico debería ir mucho más allá de una balanza común y un tallímetro difícilmente estandarizado; debería contar con fórmulas especializadas para brindar tratamiento a pacientes que no pueden ingerir alimentos y, por falta de insumos, deben recibir comida licuada y administrado a través de una sonda de excreción y no de alimentación. En pleno siglo XXI, en un momento en el cual el hombre es capaz de ver lo que sucede dentro del cuerpo humano sin necesidad de mayores incomodidades para el paciente, es surrealista que la mayoría de las decisiones en torno a un paciente se tomen en función del peso y no de la composición corporal.

¿Pero cuál es la consecuencia de un entorno de este tipo? Una de las más grandes investigaciones llevadas a cabo en Latinoamérica fue el Estudio de Valoración Nutricional de Pacientes Hospitalizados (ENHOLA)(2), publicado en 2016 y llevado a cabo entre enero y septiembre del año 2012. Este trabajo incluyó a 47 hospitales (público y privados), 12 países y 7963 pacientes (Tabla 1). Como parte de la metodología, se aplicó la encuesta de Valoración Global Subjetiva (una herramienta de tamizaje, ni siquiera una Evaluación Nutricional, por si misma) y se encontró que el 34% de los pacientes presentaba desnutrición moderada y 10.9% desnutrición severa, es decir, al menos 1 por cada dos pacientes hospitalizados mostraba un estado de Nutrición venido a menos, sin mencionar que el 38% de las historias clínicas contenían información relacionada con el tema.
 
Ahora bien, está información podría parecer anecdótica tomando en cuenta que es lógico que una persona sometida al estrés de una enfermedad o de una estancia hospitalaria pierda peso o se desnutra; no obstante, no tomar medidas para evitar el desencadenamiento de una desnutrición es una decisión que, por decirlo menos, es torpe: un enfermo desnutrido tiene una estancia hospitalaria un 50% más larga  y un costo de atención que puede ser hasta un 60% mayor a aquel que tendría un paciente con un mejor estado nutricional; estas cifras se deben entre otras cosas a que el enfermo desnutrido presenta mayor tendencia a infecciones, retraso en la curación de heridas, mayor dehiscencia de suturas, niveles reducidos de proteinas plasmáticas, menor motilidad intestinal y debilidad muscular generalizada.

Tabla 1. Información de los hospitales participantes del estudio ENHOLA


Hospitales
n=47 (%)
Pacientes
n=7963 (%)



Tipo de hospital


Público
36(78)
6084 (76)
Privado
11 (22)
1879 (24)



Capacidad hospitalaria (camas)


Hospital pequeño (≤250 camas)
20 (43.5)
4674 (58.7)
Hospital mediano (251-500 camas)
18 (38.2)
2286 (28.7%
Hospital grande (≥501 camas)
9 (18.3)
1003 (12.6%)



Fuente: Referencia (2)


A NIVEL PÚBLICO

A nivel poblacional las cosas no son significativamente mejores. Los programas de Nutrición terminan siendo programas de alimentación que copian modelos aplicados en otras partes del mundo con características socioeconómicas y sociodemográficas diferentes a las latinoamericanas.

Respecto a la desnutrición, hace 10 años se publicaron los resultados del estudio “El costo del hambre, Impacto social y económico de la desnutrición infantil en Centroamérica y República Dominicana”. Uno de los objetivos del trabajo era hacer un cálculo aproximado de cuánto le costaba a los países seleccionados, que sus niños presenten desnutrición global. El estudio incluyó a Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. Entre los datos resaltantes se puede mencionar que estos países habían gastado en un lapso de 30 años aproximadamente 6,659 millones de dólares y no solo eso, si para el años 2015, estos países hubiesen logrado erradicar la desnutrición global habrían ahorrado 2,271 millones de dólares al haber reducido los gastos en salud, educación a consecuencia de la desnutrición global y, por ende, mejorado su productividad económica (3).

Ahora bien, la población acumulada de estos países es aproximadamente 70 millones de personas, un tercio de la población brasilera (207 millones), un poco más de la mitad de la población mexicana (122 millones) y casi el doble de la población de Colombina (49 millones), Argentina (43 millones) o Perú (31 millones). El estudio empleó el indicador peso para la edad, el cuál se corrige dándole alimento a la población. No se utilizó el indicador talla para la edad, porque los centímetros que un niño pierde a consecuencia del retardo en el crecimiento nunca más los recuperará. Imagine entonces el siguiente escenario: si estos 7 países perdieron aproximadamente 8,930 millones de dólares (6659 millones perdidos al momento del estudio más 2271 que perdería en el futuro), a consecuencia de problemas en el peso para la edad, un indicador que se corrige solo con alimento y que en la práctica es menor al 5% en promedio; cuánto estaría perdiendo el continente si se tomara en cuenta el indicador talla para la edad, que no se recupera con comida y que además, está alrededor del 20% en América latina? La respuesta abruma.

En relación a la obesidad, tenemos un nuevo problema entre manos. En el año 2016 el Instituto Mexicano para la Competitividad publicó un estudio muy interesante titulado “Kilos de más, pesos de menos, los costos de la obesidad en México” (4). Según el trabajo, las 3 primeras causas de muerte: enfermedades del corazón (18%), Diabetes Mellitus tipo 2 (14%) y tumores malignos (12%) están directa o indirectamente relacionadas con el sobrepeso o la obesidad. Si a nivel mundial los costos económicos de la obesidad pueden representar casi un 3% del PBI mundial (más que muchas guerras), para el año 2012 representó para México entre el 73-87% de su gasto programado en salud, evento solo atribuible a la carga económica de la Diabetes Mellitus 2. No solo ello, tomando en cuenta el número de horas laborables perdidas a consecuencia de la Diabetes asociada con el sobrepeso y la obesidad, en el 2014 representó el 25% de los empleos generados ese año en ese país (tabla 2)

Tabla 2. Tiempo laboral perdida a causa de la diabetes por sobrepeso y obesidad

Escenario
Horas laborables perdidas al año
Equivalencia en número de trabajadores
% de los empleos generados en 2014
Solo diabetes
312,142
143,335
25%
Diabetes más una complicación
402,550
184,851
32%
Diabetes más de una complicación
857,476
393,753
68%
Fuente: Referencia 4

Otro problema de Nutrición Pública que afecta a la región es la anemia por deficiencia de hierro. En Latinoamérica la prevalencia de niños menores de 5 años y mujeres en edad fértil con anemia por deficiencia de hierro es significativamente alta. La gravedad de esta condición es tan seria como todo lo descrito hasta el momento en el presente documento. Por un lado, la deficiencia de hierro suele ir acompañada de deficiencia de zinc otro micronutriente fundamental para el correcto funcionamiento cognitivo, inmunológico entre otras funciones; mientras que por otro, los costos asociados por pérdida cognitiva, pérdida en escolaridad (repitencia) o productividad reducida a consecuencia de esta patología pueden representar hasta el 1% del PBI dependiendo del número de casos presentes en cada país.

Como se comentó al comienzo, el “Tema Nutrición” debe ser más que una frase rimbombante y alegórica dentro del discurso de los dirigentes de Gobiernos y Estados. El “Tema Nutrición” es un evento real con matices complejos que demandan un alto nivel de especialización para su abordaje eficaz, eficiente y oportuno. Mencionarlo reiteradamente no hará que se solucioné por si solo, requiere de acciones concretas asociadas con recursos suficientes. Desde el año 2003, con la secuenciación del genoma humano, las ciencias de la vida incluida la Nutrición cambiaron definitivamente. Los profesionales de la Nutrición cuentan en la actualidad con las competencias técnicas necesarias para abordar estos problemas. Durante, décadas los protagonistas de las decisiones y acciones no hemos sido nosotros y los problemas siguen estando presentes. Aunque existen muchos casos de éxito en programas nacionales comandados por profesionales de la Nutrición, es tiempo de generalizar esta experiencia.




Robinson Cruz
Director IIDENUT
Nutricionista Clínico
Especialista en Bioquímica Nutricional




Referencias Bibliográficas
1.  IIDENUT/CIENUT. Posición 1. Procedimientos clínicos para la Evaluación y Diagnóstico Nutricional. 1ª Edición. Lima: Fondo Editorial IIDENUT SA. 2017. Disponible en: http://www.iidenut.org/comite_internacional/posiciones/paginas/posicion_3.php
2.  Valoración Nutricional en pacientes hospitalizados en América Latina: asociación con variables pronósticas. El estudio ENHOLA. Castillo J, Gómez A, Velasco N, Díaz Pizarro J, Matos A, Miján de la Torre A. Nutr Hosp. 2016; 33(3):655-662
3.  Martinez R, Fernández A. El costo del Hambre: impacto social y económico de la desnutrición infantil en Centroamérica y República Dominicana. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Programa Mundial de alimentos. Disponible en: https://www.cepal.org/publicaciones/xml/3/28923/DP_CostoHambre.pdf
4.  Instituto Mexicano de Competitividad. Kilos de más, pesos de menos: Los costos de la obesidad en México. Disponible en: https://imco.org.mx/banner_es/kilos-de-mas-pesos-de-menos-obesidad-en-mexico/




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