domingo, 20 de septiembre de 2015

¿Por qué un Nutricionista/Nutriólogo debe conocer a profundidad de Interacción Fármaco Nutriente?

Hace algunos años, cuando la carrera de Nutrición recién empezaba a enseñarse en las universidades y la mayoría de profesores, por obvias razones, no eran Nutricionistas/Nutriólogos, si algún estudiante reclamaba por la incorporación a la currícula universitaria de un curso de Farmacología, la respuesta casi unánime de los docentes de aquella época era: “Los Nutricionistas/Nutriólogos no necesitan saber de fármacos…un curso de farmacología es innecesario”. Hoy varias décadas después, con la enseñanza de la Nutrición en manos de Nutricionistas, con cientos de promociones egresadas y con cursos de farmacología dictados en prácticamente todas las facultades y escuelas de Nutrición del Continente, probablemente este avance siga siendo insuficiente porque saber de farmacología no es lo mismo que saber de Interacción Fármaco Nutriente.

La Interacción Fármaco Nutriente es una materia amplia y compleja; quién desea introducirse en ella, no solo debe tener un conocimiento sustentado sobre farmacología sino que, además, debe tener bases sólidas de Bioquímica Nutricional. Conociendo los dos lados de la ecuación es posible entender a cabalidad el origen y las consecuencias de cada una de las interacciones que se pueden producir entre fármacos y nutrientes. La farmacología describe las características del fármaco, la Interacción fármaco Nutriente la manera en que el Nutriente/alimento/Estado Nutricional interactúa con el fármaco y visceversa

No obstante lo dicho, la prevención y el manejo de interacciones Fármaco Nutriente sigue siendo una tarea pendiente en el ejercicio Clínico del Nutricionista/Nutriólogo; a continuación citamos algunas razones por las cuales este tema debe estar presente en todo momento:



1.    Los alimentos pueden determinar cuánto medicamento llega a la sangre y, por tanto, afectar su respuesta clínica. Existen medicamentos cuya tasa de absorción se altera significativamente en presencia de alimentos; por ejemplo, los alimentos reducen hasta en 50% la absorción de captoril; las fuentes de hierro o calcio reducen por completo la absorción de tetracilina o ciprofloxacino;  los alimentos mejoran la absorción de estatinas, furosemida o espironolactona; mientras que los prácticamente no afectan la absorción amoxicilina o loratadina.

2.    El estado de Nutrición de la persona puede afectar la llegada de un medicamento al lugar donde debe cumplir su acción. Las personas que padecen de obesidad tienen un contenido mayor de grasa corporal: en ellos existe un alto riesgo de acumulación anormal de fármaco en su tejido adiposo (debido a que la mayor parte de los medicamentos son liposolubles) reduciendo de esta manera su respuesta clínica. Por otro lado, las personas con desnutrición pueden presentar niveles disminuidos de albúmina plasmática (principal transportador de fármacos en sangre) con lo cual la tasa de fármaco libre en sangre (sobre todo aquellos de alta afinidad con la albúmina) sería tan alta que podría incrementar peligrosamente el efecto clínico del medicamento. Imagine que un paciente con hipoalbuminemia recibe una dosis estándar de un depresor del Sistema Nervioso Central (SNC) de alta afinidad con la albúmina; el resultado sería una mayor cantidad de fármaco libre con lo cual la depresión del SNC podría llegar a la parálisis del SNC.

3.    Los alimentos poseen sustancias que pueden afectar la depuración natural de fármacos. Entre 1995 y el año 2005, una serie de investigaciones que se iniciaron en Inglaterra y luego se extendieron por el mundo, demostraron que ciertos flavonoides alimentarios y la vitamina C en altas concentraciones pueden destruir casi por completo una de las principales enzimas depuradoras de fármacos del intestino delgado, el citocromo 3A4 (CYP3A4). La narangina presente en la cáscara de la uva o la vitamina C presente en la toronja y otros alimentos pueden destruir casi por completo el contenido de CYP3A4 intestinal, con lo cual, aquellos medicamentos que normalmente son destruidos por esta enzima, pasan libremente a la sangre y pueden generar un efecto superior al planificado (Es un hecho normal que solo una parte de la dosis oral de un medicamento llegue finalmente a la sangre; antes hay una destrucción bien identificada en el intestino delgado y en el hígado). A partir de esta información se ha podido identificar que una persona que consume uva o concentraciones altas de vitamina C y a la vez consume felodipino (hipotensor), carbamazepina (anticonvulsivante), atorvastatina (hipocolesterolemiante) y una decena de otros medicamentos podría obtener efectos clínicos peligrosamente aumentados de estos medicamentos.

4.    Las características de la dieta pueden hacer que un fármaco se elimine más rápido o más lento del cuerpo. Los medicamentos son ácidos o bases débiles que en función del medio que encuentren a nivel de la nefrona (principal vía de excreción de fármacos) serán reabsorbidos en mayor o menor proporción a la sangre. La leche (no el queso ni el yogur), las frutas y las verduras producen un residuo alcalino a nivel renal, mismo que podría hacer que los medicamentos ácidos se eliminen con suma facilidad del cuerpo; mientras que las carnes, el queso, el yogurt, o los embutidos producen un residuo ácido que hace que los medicamentos alcalinos se eliminen con mucha más facilidad del cuerpo.

5.    Existen sustancias presentes en los alimentos que pueden potenciar la acción de un fármaco u oponerse por completo a ella. La tiramina presente en los alimentos fermentados, en quesos frescos y en algunos pescados puede generar una crisis hipertensiva y antagonizar con un tratamiento medicamentoso antihipertensivo. Por otro lado, los sulfidos presente en el ajo poseen potentes efectos fibrinolíticos que son útiles para prevenir la coagulación de la sangre; se ha demostrado que consumir un diente de ajo al día podría incrementar el riesgo de hemorragia si la misma persona se encuentra recibiendo a la vez un tratamiento anticoagulante.


6.    Los medicamentos pueden afectar el Estado Nutricional de las personas de decenas de formas diferentes. Los medicamentos presentan efectos secundarios indeseables de diversa índole, mismos, que pueden afectar considerablemente el Estado Nutricional. Los antibióticos, por ejemplo, suelen generar disgeusia (alteración del gusto); los antidepresivos generan xerostomía (boca seca); algunos anticonvulsivamente reducen el apetito; los ansiolíticos incrementan el apetito; los bloqueadores de los canales de calcio reducen el tono del esfínter esofágico inferior por lo cual incrementan el riesgo de que la persona padezca enfermedad por reflujo gastroesofágico; algunos antibióticos pueden producir diarrea; los diuréticos pueden generar constipación; sin mencionar que otros medicamentos pueden afectar directamente la tasa de absorción de micronturientes como el Hierro, Calcio, Magnesio, Zinc, B12 entre otros.


Como se ha descrito, las interacciones entre fármacos y nutrientes son tan numerosas como la cantidad de fármacos comercialmente disponibles; en algunos casos pueden generar serias alteraciones en el Estado Nutricional y en otras retrasar significativamente la acción de un fármaco. Es necesario, por tanto, que el Nutricionista/Nutriólogo conozca del tema y verifique su presencia, o no, en cada paciente que tiene que evaluar. Esto no significa de modo alguno que sus decisiones estén encaminadas a cambiar el medicamento prescrito (no es su competencia), por el contrario, se busca potenciar la acción del medicamento, reduciendo al máximo la afectación del Estado Nutricional.


Robinson Cruz
Director IIDENUT
Nutricionista Clínico
Especialista en Bioquímica Nutricional



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3 comentarios:

  1. Muy buenos aportes nutriologo Robinson

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  2. Gracias por la creación de este espacio y por compartir la información maestro Robinson Cruz saludos desde Ecuador

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